PROTO EPARQUÍA DE IBERIA
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Sunday, April 16, 2006

DOMINGO DE RESURRECCIÓN.-




Hechos 10,34a.37-43
Colosenses 3,1-4
Juan 20,1-9

La resurrección de Cristo es el acontecimiento esencial de nuestra fe cristiana. “Si Cristo no ha resucitado nuestra fe es una mentira”, dice Pablo, pero Cristo ha resucitado.

La resurrección de Cristo significa muchas cosas y todas ellas importantes. Significa, en primer lugar, que a Cristo y su causa no los vence ya nadie; que la redención, la liberación, es un hecho indetenible, invencible. Significa, también, que hemos de ir resucitando ya ahora de todas esas zonas de nuestro ser que están demasiado muertas, porque lo que nos van a resucitar, a convertir en inmortal, es nuestra vida, no otra.

Significa que hemos de ir resucitando ya ahora de todas esas zonas de nuestro ser social y comunitario que estén demasiado muertas. Significa que debemos preguntarnos si queremos vivir, si amamos la vida, si no, ¿para qué queremos que nos resuciten?

La resurrección de Jesús significa que el justo no muere por gusto, no muere de balde; Dios se encarga de reivindicar al justo, de rehabilitarlo. Significa que la causa de la justicia está en las manos de Dios y El se encarga de sacarla adelante.

La resurrección de Cristo significa que el fin del mundo ya comenzó; que ya comenzaron a resucitar los muertos; Dios ya resucitó al primero. Contra todos esos agoreros del mal agüero, el fin del mundo no es un hecho catastrófico destructor, sino que ese proceso iniciado con Cristo y que sigue transformando desde dentro al mundo en un mundo como Dios lo quiere, en un mundo en el que Dios reine, es decir, en el Reino de Dios.

El mismo Espíritu Santo, la misma fuerza de Dios que resucitó a Jesús está ya en nosotros para ir formando el cuerpo de gloria.

Jesús resucita a la vida que todos tendremos al final, cuando el universo llegue a la plenitud de su evolución en Cristo. En Cristo resucitado vemos ya lo que el hombre y el universo serán al final de los tiempos. En Cristo, por su resurrección, vemos lo que es un hombre cuando en él reina Dios plenamente.

La resurrección de Cristo nos revela que Dios ha colocado la capacidad de resucitar dentro de la existencia humana. El Hijo del hombre, al resucitar, nos revela que Dios ha decidido permanecer hombre para siempre. La resurrección de Cristo nos revela que la naturaleza humana no está hecha para ser destruida, sino para ser resucitada, divinizada.

La resurrección de Cristo nos revela que hemos de resucitar nosotros mismos, no otros, aunque no sepamos cómo, ni sepamos cuándo.

El final del hombre no es que se vaya algo nuestro, nuestra alma, al cielo, sino que el final es que todo lo que somos sea elevado, exaltado, resucitado, transformado, transfigurado. Jesucristo no se ha ido; está aquí; la resurrección es “hoy Cristo resucitó, estaba muerto y ahora vive, pero no resucita para dar una prueba de su divinidad, sino para empezar, como primogénito, la resurrección de todos los muertos. Ni El es el único resucitado que se apareció en Jerusalén el domingo de resurrección, ni va a ser el único, sino que es el primero, la primicia de la cosecha.
Es más, según San Pablo, ya hemos resucitado, aunque por el momento sea sólo en esperanza cierta y sin falta; con Cristo, y según Juan, ya hemos pasado de la muerte a la vida.
Preguntémonos en este día: ¿amamos nuestra vida?, si no, para qué ¿queremos que nos resuciten? Quien se encuentra con nosotros, se encuentra con Cristo vivo, actuante, transformante

Posted by ORDEN BONARIA :: 7:54 AM ::
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