PROTO EPARQUÍA DE IBERIA
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Sunday, October 08, 2006

SACERDOCIO: INSTITUCIÓN DIVINA.



La característica particular de la Iglesia Ortodoxa, al igual que todas las iglesias antiguas (armenia, catolico-romana, copta, nestoriana etc.), es la presencia del sacerdocio y de servicios Divinos. Las comunidades cristianas aparecidas después de Lutero (1520) no reconocen el sacerdocio, ni los servicios Divinos, pero hay que saber que ellos no aparecieron por causas humanas, sino fueron instituidos por el Dios Mismo.Es indudable que en el sentido espiritual y moral, todos los hombres son iguales ante Dios, quien sin preferencias los juzga y les tiene piedad, como a Sus hijos. Sin embargo, el ap. San Pablo hace la comparación con el cuerpo humano, donde los distintos órganos cumplen diversas funciones; así en la Iglesia es necesaria distinta jerarquía de los servidores de Dios.
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No la gente, pero el Mismo Señor Jesucristo "y él mismo constituyo a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros pastores y maestros; a fin de perfeccionar a los santos para la obra de ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo" (Efes. 4:11-12).Paulatinamente se producía la selección y la preparación de los primeros servidores de la Iglesia. Casi desde los primeros días de Su prédica, el Señor Jesucristo separó unos hombres entre sus oyentes, y los preparó para ser Sus mensajeros y continuadores de Su obra. Él les encargó traer nuevos discípulos por el medio de enseñanza y bautismo (Mat. 28:19), realizar la Eucaristía (Luc. 22:16), absolver los pecados (Jn. 20:21-23), difundir y fortalecer a la Iglesia, fundada por Él. "Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remetidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos" (Jn. 20:21-23). Algo más tarde, dijo: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén" (Mat. 28:19-20).
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Aquí, Jesucristo no solo apoderó Sus elegidos discípulos para el servicio apostólico, sino también les fortaleció con el don especial del Espíritu Santo. Plenamente, este don ellos recibieron después de la Ascensión del Señor al Cielo, en el día de Pentecostés (Hech. 2-do cap.).Todo lo acontecido con ellos, los Apóstoles lo tomaron como una indicación superior. No fue decisión tomada por ellos, ni por la sociedad, ni por condiciones externas, sino el Mismo Dios les encomendó la misión del servicio apostólico. "Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación" - dijo el ap. Pablo sobre el llamado que recibió (2 Cor. 5:18).En el principio, los apóstoles personalmente enseñaban la fe cristiana, bautizando a los creyentes. Imponían sus manos sobre ellos para trasmitir los dones de Gracia; realizaban la Eucaristía y dirigían las comunidades cristianas fundadas por ellos. Pero, como se ve en el libro de los Hechos, de las Epístolas y de los escritos cristianos de primeros tiempos, los apóstoles se preocupaban mucho para atraer ayudantes, como "pastores y maestros".
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A ellos les preparaban como sus herederos y les imponían las manos para ser obispos, sacerdotes y diáconos. No lo hacían a cualquier persona que lo deseaba, sino solamente a los elegidos por ellos, y les encargaban cumplir los deberes que ellos mismos recibieron por orden del Señor. Las consagraciones no tenían carácter temporal, sino era un plan elaborado, que todos los apóstoles seguían. Actuando así, ellos ponían la base de una fuerte y segura estructura jerárquica, que debía asegurar el desarrollo correcto y la difusión de la Iglesia de Cristo para todos los siglos venideros.Sobre la necesidad de autoridades definidas en la Iglesia, el ap. Pablo escribe: "según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsase conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el de reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría" (Rom. 12:6-8). Exhortando a las personas encargadas, de realizar su función con celo, el Apóstol prohibía severamente de apoderarse por sí mismo de algún puesto en la Iglesia, ya que "y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón" (Heb. 5:4). De tal manera, ninguna persona por más moral y calidades útiles que posee, no tiene derecho sin autorización de la Iglesia, hacerse sacerdote y dirigir a otros. De su propia elección, el apóstol escribe: "No de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos" (Gal. 1:1). "Téngamos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios... se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel" (1 Cor. 4:1-2).

Posted by ORDEN BONARIA :: 3:07 AM ::
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